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2. SABOREA EL MOMENTO

• Elige una comida o bebida que encuentres particularmente sabrosa. Podría ser un pedazo de chocolate negro, una rebanada de pizza caliente, langosta con mantequilla, una taza de té Earl Grey, una copa de espumante fino, cualquier comida o bebida confiablemente te dé placer.

• A medida que comas o bebas lo que elegiste, trate de saborearlo tanto como sea posible. Fíjate en todos tus sentidos. ¿Cómo sabe? ¿Qué sabores sutiles hay en el objeto de tu elección? ¿Dulce, amargo, salado? ¿Cómo huele? ¿Qué aromas puedes detectar? ¿Cómo se siente al sostenerlo, masticarlo, tragarlo? ¿Qué texturas tiene? ¿Cómo se ve? ¿Tiene colores interesantes, o capta la luz de una manera particular? ¿Cómo suena? (Bien, este podría ser más fácil si eliges el espumante, pero tú puedes notar una crisis satisfactoria o chisporroteo).

• Reduce la velocidad y sumérgete plenamente en todas las sensaciones placenteras de tu delicioso placer, saboreando cada sensación por completo.

• A continuación, observa cómo te sientes experimentando el placer en sí. ¿Sientes pequeñas burbujas de felicidad en la garganta, una sensación cálida en el pecho, hormigueo en la nariz? Disfruta de la sensación de placer el mayor tiempo posible, y cuando se desvanezca, déjala ir.

• Entonces tómate un momento para dar gracias a uno de los grandes dones de la vida: ¡comida y bebida!.

*Práctica recopilada por Cristopher Germer y Kristin Neff para el Center for Mindful-Compassion.

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